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UNOS JUGUETES RABIOSOS Prologo al libro Seré Breve de Felipe Orozco (Extracto) Juan Manuel Roca Supongamos, como lo amerita el tipo de relatos de Felipe Orozco que nos ocupa, que este libro es más bien un pequeño teatro de sombras chinescas, un repertorio de imágenes y de historias ocurridas al dorso de la realidad, en las antípodas de la razón razonable. Algunosdeestosbrevesrelatosmeatreveríaa llamarlos“juguetesrabiosos”,escamoteandola expresiónaRobertoArtl,otambién“juguetes funerarios”, esta vez para escamotearle la expresión a André Breton cuando habla de José Guadalupe Posada y de sus tratos lúdicos con la muerte. Son rabiosos porque hay un enojo con la realidad pero sin otra violencia distinta a la que nace de la lucidez. No es el suyo el tono airado de los voceadores de sucesivos apocalipsis. No moja su pluma en un frasco de tinta de la marca Bierce ni de la exclusiva y escasa marca Forneret, el formidable e implacable borgoñés que se firmaba “el hombre negro” (“he v
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REFLEJO Del libro Ciudadano Mambrú de Felipe Orozco Tranquila y feliz ha sido la niñez de Anita. A sus cinco años no ha visto otra cosa que las exuberantes montañas del Quindío. Verde y más verde punteado por los colores vistosos de los pájaros de los que ya distingue más de cincuenta. Y en Salento, la niebla lenta y ceremoniosa, esconde las palmas de cera un poco aquí, un poco allá, para darle solemnidad al paisaje. Sola en casa, espera a su madre que tarda demasiado. Pero antes que preocuparse, Anita piensa que la tardanza será compensada con algún dulce regalo y muchos besos, mientras ella gimotea, fingiendo sentirse abandonada. Escucha lejanas explosiones allá en lo que debe ser el centro del pueblo. Anita las relaciona con las fiestas patronales y la pólvora que anuncia un paseo por las calles, helados, galletas y regalos. La niña entusiasmada espera que esta algarabía sea el preludio de la procesión de algún santo. Decide desde ya, que de ninguna manera se pondrá e
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BRUJA Del libro Ciudadano Mambru de Felipe Orozco ¿Volveré a escuchar alguna otra vez el susurro del trigal? Maria Garachuk, artillera Ekaterina a sus 19 años ya es bruja: una “Nachthexen” -brujas de la noche- como todas las del 588 del Regimiento de Aviación que son el quebradero de cabeza de las tropas alemanas. Después del entrenamiento de la mañana se dedica a decorar de manera infantil su espartana barraca del aeródromo y organiza su limitada dotación. Una caja de cartón con ositos impresos que lanzan corazones al aire alegra la cabecera de su cama. Relee una vez más la última carta de su madre: “Sé bien, Katia querida, lo importante que es para ti esa partitura, pero la hemos buscado en vano”. Desea regresar después de la guerra a su piano, a terminar aquella pieza que evocará la lluvia sobre los manzanos en su Crimea natal. Y no logra recordar el lugar exacto en que guardó con tanto mimo aquellas páginas amadas. Ekaterina es voluntaria como todas las de su un
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ALGARADA Del libro Ciudadano Mambru de Felipe Orozco ¡Le han dado al abuelo! Gritan. Agustín. El abuelo. A nadie permite llamarlo así, para no sentirse viejo, pero aquí tolera ese apelativo como un título nobiliario. Lo reconocen por una famosa fotografía, siendo arrastrado por dos uniformados. Bien peinado. Bien afeitado. Traje azul marino y flor en la solapa. Derrotado. Digno. La manifestación contra la guerra era -como debe ser- pacífica. Madrid es un hervidero de gente que de cerca y de lejos ha venido hasta aquí para oponerse a una nueva aventura bélica. El despliegue policial es equivalente. Miles de antidisturbios han llegado a la capital para reforzar a los que tienen aquí asiento. La concentración de un millón de personas de toda condición, llena las avenidas y la cabecera de la marcha se distribuye frente a las líneas de furgones policiales, vallas y agentes del orden. Dentro de esta variopinta escena, destaca la uniformidad de un grupo de muchachos que e
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CORRESPONDENCIA Del libro Ciudadano Mambru de Felipe Orozco   ¿Sabe cuál es la diferencia entre un buen tipo y uno malo? Que el buen tipo hace canalladas de mala gana.                              Vasili Grossman “Guardo entre mis piernas tu recuerdo”, escribe la muy puta. Lo dice la carta, escrita con letra de niña y que ha releído miles de veces.  “Busco tu olor entre mis sábanas”, sigue la maldita, como si esa carta no estuviese a punto de enloquecerlo. Como si no la hubiese roto varias veces y unido otras tantas, llorando de impotencia. Como si conociera a la colegiala de la foto que venía con aquel papel. Como si esa carta hubiese sido escrita para él. Como si fuese más fácil matar hombres y no los espejismos que le acechan.  “Mis manos que me acarician, son las tuyas ausentes”, le escribió a ese hombre que se pudre dos zanjas más allá, y que en muy mala hora se puso a tiro de su arma. Porque su deber es matar. Seguir matando. Matar al enemigo. Matar la guerra
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POSTALES DE  ESPAÑA ¡Soldados, apunten! En el verano del 36, después del levantamiento militar, las tropas franquistas curtidas en las guerras de África, van conquistando uno tras otro los poblados, batiendo fácilmente a los defensores que suelen ser campesinos analfabetos. La orden del General Mola para los sublevados es avanzar sin dejar enemigos a su espalda. Los fusilamientos se cuentan por millares incluyendo el de su más grande poeta. España entera es un gran cíclope ciego propinando torpes y sangrientos manotazos. En la plaza de un pequeño pueblo del sur, un pelotón de fusilamiento en perfecta formación y bajo el sol del mediodía, espera la orden de disparar. Tienen prisa, pues el sol, a esta hora del estío y de la guerra, apremia. Pero esperan. El condenado es el rector del colegio del pueblo y nadie se atreve a cumplir la orden sin la presencia del superior. El capitán al mando de la plaza, ha encontrado entre los prisioneros una veterana vedette de variedades, y
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PARTIDA Es de noche. Las parejas van a la cama. Las mujeres jóvenes parirán huérfanos. Bertold Brecht Se conocen desde que eran niños y después de muchos encuentros fortuitos, dormirán juntos por primera vez. Le prometió que no lloraría al verlo partir y está decidida a cumplirlo. La guerra es un hecho y el frente lo espera, como a muchos otros jovencitos del pueblo. Esta noche dejará de ser una niña y le queda una guerra entera para aprender a ser mujer. A esperar, a desesperar, a llorar en silencio, a desear que sean ajenos los muertos. El chico ha dejado de ser niño hace tiempo. De eso se ha encargado el Ejército, que le ha enseñado todas las cosas que un muchacho debe saber para convertirse en un verdadero hombre. Ha aprendido a llenar el cargador de su Beretta M9. A marchar al compás y dar la media vuelta con aire marcial. A masturbarse durante la guardia con una sola mano, mientras sostiene con la otra la culata de su Galil. A calar correctamente la bayonet